La urbe es la excusa del peletero de Groenlandia para actualizar la piel a golpe de color y pitón. Consciente de quiénes forman su clientela, Lorenzo no olvida las estolas y los abrigos de martas cibelinas, que ceden protagonismo a piezas más ligeras y viables, como chalecos y chaquetas de astracán. (Por: Paloma Simón)
¡Viva el ‘rouge’!
La boca pluscuamperfecta da sentido a la propuesta de Jesús Lorenzo. Se trata de unos labios pintados en el siempre acertado rojo, pero que resultan aún más atractivos por su textura aterciopelada. En el cabello, un guiño punk: las puntas de las coletas se tiñen de verde, malva, naranja, fucsia o rojo, como si hubieran sido asaltadas por un grafittero. (Por: María Fernández-Miranda)